lunes, 26 de mayo de 2008

Somos lo que somos...y nuestras circunstancias.


Últimamente estoy de un criticón que da miedo, posiblemente me estoy pasando de apuntar con el dedo y de poner los puntos sobre las ies. Es un papel incómodo y que por lo general no me gusta nada observarlo en los demás, así que, a modo de expiación, voy a tirar la primera piedra sobre mi cabeza y hago borrón y cuenta nueva.

Este fin de semana (anormalmente etílico) me ha hecho reflexionar por diferentes motivos (superficiales pero en cantidad suficiente) sobre la idea de la culpa, el pecado y de lo difícil que resulta a menudo mantener el equilibrio moral en una vida donde la juventud dura tan poco y que está abocada a un final.

Para empezar se me ocurre decir que la propensión al pecado es inversamente proporcional a la capacidad que cada uno tiene de oír y hacer caso a su propia conciencia, siempre y cuando no tengamos la sorprendente capacidad de fabricar y creernos nuestras propias mentiras (increíble pero cierto, ¿verdad?). A mi no me entra en la cabeza, pero lo tengo más que comprobado en personas muy cercanas que cuentan con ese asombroso mecanismo de darle sutilmente la vuelta a la tortilla y, apoyándose en una media verdad, apagar todas las luces menos la que le interesa para que su culpa quede en la más absoluta oscuridad y ellos seguir viviendo tan felices...tanto que se recrean en su fantasía ante unos y otros que en el mejor de los casos los miramos como a pobres infelices. Yo no soy probablemente mejor ni peor persona que esta gente, pero me es muy difícil mentir a cualquiera y mentirme a mi, hasta la fecha, imposible. La autocrítica es una de las mejores defensas contra las meteduras de pata.

Pero la conclusión principal de tanta divagación ha sido la de que se nos debería de juzgar no tanto por los hechos y mucho menos por los pensamientos de cada uno, si no por nuestras intenciones. Los hechos pueden ser perfectamente el resultado de muchos factores que se escapan de nuestra responsabilidad directa, los pensamientos ,incluso los más oscuros, son tan inocentes como los mismísimos sueños, imposibles de controlar, unos y otros fluyen y hay que dejarlos fluir para enriquecer nuestra perspectiva de las cosas. Sin embargo, las intenciones (premeditadas y alevosas) son el cartel luminoso que indican que tipo de persona somos. Imposible sacudirse la culpa de aquello que hacemos sabiendo perfectamente cuales van a ser las consecuencias y manipulando todos los factores posibles para conseguir el resultado deseado.

Transpolando todo esto a la relación de pareja podemos inducir que, por una parte es algo que flota en el mismo río que todas lo demás cosas que nos acontecen y que por tanto se afecta y contamina de ellas. A veces flota más, a veces flota menos, otras se sumerge y tantas otras acaba varada en la orilla. Por otra parte, aludiendo directamente a los cuernos, cuando una relación permanece objetivamente saneada, cuando cuidamos y dedicamos tiempo a corregir vicios y comportamientos que la ponen en peligro es muy muy difícil que caigamos en la peligrosa tentación de mandarlo todo a la mierda por el placer de un revolcón. Muchos pueden ser los pensamientos como muchas son las tentaciones, pero sin la intención de pasar a la acción y sabiendo encajarlos como lo que son ( impulsos normales de nuestra naturaleza humana ) la mayoría de las veces se quedan atrás sin dejar huella ni mella. Si, he dicho la mayoría de las veces porque existen momentos en la vida en los que no somos realmente dueños de nuestras propias decisiones, periodos en los las circunstancias te pueden empujar a perder el norte...siguiendo el símil anterior del río, cuando atraviesas aguas bravas...o simplemente te hacen encajar las cosas de otra manera. A mi modo de ver, esos periodos turbulentos normalmente acaban también con las relaciones. Cuando se pierde la confianza en la otra persona, cuando no puedes confiarle todos tus secretos abres una brecha muy difícil de tapar.


Voy a rematar esta pequeña reflexión con la otra cara de la moneda. Para todos aquellos que hemos dicho alguna vez "quien pudiera vivir varias vidas para poder aprovechar todo lo que nos brinda", en lo relativo al sexo como experiencia vital, decir que en el fondo me dan mucha envidia aquellas parejas liberales que suman el sexo a su vida en común introduciendo paralelamente a terceras personas en un ambiente de confianza, de una forma sana y libre, y sin perder ni un ápice de amor y respeto por su propia pareja. Desde luego se me antoja muy difícil lograr el equilibrio necesario para llegar a ese punto sin daños colaterales, no sé si para eso hay que valer o simplemente sacudirse el terrible peso de la moral y la cultura católica ( o de otras tanta religiones opresoras desde el punto de vista sexual ) pero desde luego parece que últimamente se está poniendo muy de moda...el tema sale en series de televisión, revistas, tertulias e Internet va a petar con tanto página web donde directa o indirectamente explotan el tema. Se que parece un tema sucio y de gente venida a menos...pero si las comparamos con aquell@s que viven felizmente poniendo cuernos pues que queréis que os diga, no hay color.

Podría pegarme como 50.000 posts matizando todo lo que he dicho hoy pero ya vale de tanta letra que hasta yo me aburro, lo dejo a la indiscutible inteligencia de todos aquellos que puedan leerme, los cuales podéis añadir cuantos comentarios estiméis necesarios y que aprovecho para recalcar cuantísimo me gustaría poder leer...animo, unos minutitos y unas letras, no pido más!!!

2 comentarios:

Unknown dijo...

Coño Bro... para hacer borrón y cuenta nueva menudo discurso has largado. Y encima no tenía a mano las gafas de leer... Y las horas que son... Se me juntan las letras... Oye, de verdad, que no apuntaba el Blog este camino con las primeras entradas. El caso es que, como indica su nombre de pila, vas colocando siempre la puntilla (lo de barata o cara, que mas dá, oye, que esto es internet y si cobras por leerte... te bajo del emule). Un abrazo pequeño saltamontes

Pannic dijo...

Es que si te solamente te metes marcha y barrillo al final acabas como S.Agustín: santo pasado de rosca...y yo paso. Como decía Aristóteles, "la virtud está en el medio"...y como dice la guia Campsa, "Las Virtudes está en la provincia de Ciudad Real".